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Fiona y sus cachorros: la odisea de este año

31 diciembre, 2013

Todo comenzó a mediados de enero de 2013. Entré a Facebook y, entre tantos (por desgracia) cotidianos anuncios de ayuda a animales desamparados, estaba uno proveniente de Chalco, Edomex. (caracterizado por su índice de abandono y maltrato animal) donde Araceli Alfaro (cantante y animalista incansable) solicitaba ayuda para una perrita que llevaba algunas semanas merodeando una unidad habitacional, que habían estado por arrollarla varias veces y que los vecinos estaban por llamar a la perrera. Al ver su mirada profunda supe que tenía que aDSC02393yudarla.

Todo se resolvió muy rápido, ya que ese mismo día, primero gracias a una persona (lamento decir que olvidé su nombre) que la llevó al otro extremo de la Ciudad de México y de ahí, fue Emma Bensimón quien la llevó hasta mi casa. Fue en la noche que Raúl y yo fuimos por ella, después de convencerlo de darle hogar temporal a la perrita. Él me puso una condición: él le pondría nombre y sería Fiona.

Fiona y noticias inesperadas

Estaba tranquila, pero aterrada, con cuidado la llevamos a casa y le acondicioné un lugar arriba, cerca de la terraza. Comió y estuvo quieta, aunque desconcertada. Era color crema, casi blanca, con un aspecto que parecía una rara mezcolanza entre sabueso, labrador y beagle, con unos ojos atentos y muy lindos. La llevé al veterinario al día siguiente para su esterilización y desparasitación, pero aquí vino una mala noticia: tenía un doble soplo cardiaco. Me dijo mi veterinario y amigo, el Dr. García, que con cuidados y medicación, tendría un buen pronóstico, pero que no garantizaba que viviera más de 2 años. Eso era triste, porque no llegaba a los dos años de edad, era muy joven como para terminar pronto sus días. Por lo mismo, decidió que era arriesgado operarla, así que regresamos a casa.

Fiona a punto de parir 18 feb 12

Fiona, un día antes de parir.

La integración con el resto (mis tres bassets mayores y sobrevivientes, así como un dachshund adoptado apenas 3 meses antes), fue gradual. Algo que se aprende con los perros adoptados es que no conoces su verdadero carácter y forma de ser al inicio, porque están «marcados», por así decirlo, por sus experiencias vividas hasta entonces, que a veces no son positivas en lo absoluto. Fiona presentaba un par de cicatrices en las patas, señal de haber sido arrollada antes, pero por fortuna no le habían quedado secuelas. Noté que si se sentía agobiada podía ser arisca y de hecho en una ocasión en que pedí a mi pequeña la escoba y el recogedor de la terraza para limpiar el cuarto de los conejos (contiguo a donde se quedaba ella), se sintió agredida y frente a mis ojos, le dio un buen mordisco. No sería el último que recibiríamos en adelante.

Fiona ya había sido desparasitada, vacunada y medicada pero a las pocas semanas regresamos al veterinario para otra evaluación. Noté que había ganado peso, pero no de forma uniforme y sus mamas parecían agrandadas. Ahí vino la segunda noticia: estaba preñada y sus cachorros nacerían en un par de semanas. Aunque sé que suena cruel, no estoy en contra de la esterilización durante la preñez, porque es sumamente difícil colocar a los cachorritos, además de los gastos derivados. Esto es algo que desconocen quienes por ingenuidad, ignorancia o abierta negligencia, compran cachorros a criadores de traspatio: venden a los cachorros de un mes de nacidos, cuando aún no están destetados y son vulnerables a muchas enfermedades mortales. Por ende, enferman en la calle (es una mentira aquello de que están «vacunados» o atendidos por un «veterinario») y suelen fallecer a los pocos días; y esto ocurre porque como lo viví en carne propia, es muy costoso mantener a la madre (se duplica o triplica su ingesta de alimento) y a los cachorros (requieren de vacunaciones, desparasitaciones y también de alimento especial poco antes de ser destetados y por un mes mas ya para ser adoptados).

No sabía qué hacer, así que llamé a Raúl y le pedí que tomáramos una decisión juntos. Él me dijo que los dejáramos nacer, además del riesgo que implicaba operarla, debido a su condición cardiaca, así que de inmediato regresé por Fiona a la veterinaria y regresamos a casa. Ella iba inquieta en el coche (no estaba acostumbrada), pero feliz.

Y llegaron los cachorros…

Fiona con cachorritos 2 días

Fiona con sus cachorros de 2 días de nacidos.

Había llevado a uno de mis perros a consulta el 19 de febrero, cuando le pregunté a Alberto, mi veterinario y amigo, cuáles eran las señales de parto y qué debía hacer. Él me explicó a detalle y me tranquilizó bastante, porque básicamente eran sencillas y, al contrario de lo que me habían aconsejado otras personas, debía dejar a la perra en paz porque se «encargaría de todo». Y efectivamente así fue, porque al llegar a casa y subir a la terraza, no la vi. Estaba ya en la amplia caseta que Raúl le había construido para sus cachorritos y estaba en labor de parto. Me asomé y aunque poco después tomé un par de fotos mientras alumbraba a quien tiempo después al ser adoptado sería Blacky, la dejé en paz. El primero en nacer era blanco, grande y hermoso, a quien mi pequeña llamaría Manchister, por las pequeñas manchas que posteriormente se formaron en su cuerpo. Habían nacido 7 cachorritos, pero el último nació muerto, pero como sabia es la naturaleza, Fiona se encargó de todo y yo dejé que las cosas así fueran, para no molestarla en ese momento tan crucial en todas las hembras parturientas del mundo. Me dijeron que estuviera a su lado, para apoyarla con palabras, pero yo ya viví esa situación y lo menos que quieres son interrupciones y miradas curiosas. Le conté a mi pequeña después de que fui por ella a la escuela y se emocionó mucho, pero le expliqué que debíamos dejarla tranquila y ella entendió. Se contentó con ver el par de fotos tomadas y esperamos. Pasaron más horas y volví a asomarme para encontrarme con algo más: acababa de parir a su último cachorro, oscuro con una franja blanca en la frente: Alex lo llamaría Freddy pero que posteriormente su nueva familia cambiaría a Boster.

Los cambios después del parto

Fiona tuvo muchísimo apetito y su carácter de nuevo cambió: era feroz cuidando a sus cachorros y de hecho, en una ocasión en que por debilidad no podía entrar a su casita elevada, le ayudé con el empeine del pie derecho, pero rápidamente se volvió y me dio un gran mordisco. No me soltaba, pero por suerte había agua a mi alcance y derramé un poco en su cara. Solo así me soltó y se dedicó a cuidar a sus crías.

Fue una gran madre, los cuidó de manera ejemplar día y noche. Pese a ello, para mí fue muy pesado porque la terraza era el lugar para que el resto de mis canes tomara el sol o saliera al baño, así que hacía malabares para estar al pendiente, subir dos escaleras, hasta el tercer nivel, cerrar la puerta de la casa de Fiona y los cachorros, esperar al perro en turno y dejar que bajara, mientras aseguraba la otra puertita de acceso a las escaleras… y no era raro que apenas bajaba uno, cuando otro ya venía subiendo.

Crecieron rápidamente y cuando comenzaron a comer croquetas, tomé sus primeras fotos para anunciarlos. No los daría antes de los dos meses de edad, pero necesitaba ayuda para darlos a conocer. Muchos amigos ayudaron a su difusión y agradecí enormemente que uno de mis mejores amigos, Josué, intercedió para que se acordara la adopción del primero, un hermoso cachorro color chocolate, que sería para su mamá. Lo único malo es que como se iría a Puebla (que está a más de 3 horas de distancia), irían por él dentro de varias semanas. Pero era lo de menos: el primero que tenía casa.

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Fionita, la cachorrita fallecida.

Un deceso y un padecimiento

Una mañana, cuando tenían como un mes de edad, encontré a una de las dos únicas perritas, muerta; era una perrita bicolor, café con blanco y la mitad de su cara de color, muy linda. No estaba lastimada, ni presentaba heridas, sino que estaba rígida. No supe si quizá heredaría la condición cardíaca de su madre o si estaba muy débil (era un poco más aletargada que los demás) o si le picaría algún bicho. Me desconcertó y lo sentí mucho, así que la tomé con cuidado, la llamé «Fionita» y la enterré en nuestro pequeño jardín, debajo de una maceta de flor de nochebuena, que meses después tuvo una floración como nunca antes había tenido.

También noté días antes que uno de los cachorritos, el negrito (llamado después Duque), tenía una especie de absceso en la mandíbula. Vino Alberto a revisar a los cachorros y me dijo que era una foliculitis que ocurría de cuando en cuando en cachorros de menos de un mes de edad, que incluso a veces aparecían abscesos en todo el cuerpo. El Negrito nunca se amilanó, fue muy valiente y siempre luchó entre sus hermanos por alcanzar su teta correspondiente para alimentarse. Y si bien durante ese tiempo no creció igual que los otros, no enflaqueció, era vivaracho y alegre, a pesar de que el absceso incluso llegó a ser del tamaño de su cabeza. Yo me encargué de darle su medicación y colocándole pañitos calientes, mientras Fiona me observaba atenta, sin agredirme, como sabiendo que curaba a su cría. Finalmente el absceso maduró y abrió, y Fiona me ayudó a drenarlo con delicados lengüetazos, mientras su Negrito se quedaba quieto mientras lo atendíamos. Muy poco después estaba totalmente restablecido y crecía normal junto a sus hermanos.

La tercera promoción

No obtuve mucha respuesta con las dos primeras promociones de los cachorros, que no importó porque eran muy pequeños. Ya habían sido vacunados y desparasitados cerca de las 8 semanas de nacidos. Aprendí que las cosas se cumplen cuando se sabe cómo pedirlas, así que pedí profundamente dos cosas: que encontraran pronto un buen hogar y lo más importante, que se fueran con las personas correctas.

Para ese entonces ya eran muy inquietos y Fiona los estaba destetando. Únicamente entraba cCachorritos Fiona 5 semanason ellos para amamantarlos esporádicamente y después, los ignoraba. Ya dormían ellos solos dentro de su amplia caseta con la gran cama que tiempo atrás les había confeccionado y utilizaban una pequeña rampa para subir y bajar de su casa elevada. Tenían un espacio delimitado con rejillas metálicas para que no anduvieran por toda la terraza y los otros perros pudieran subir también sin que nadie molestara unos a otros. Era el periodo de la impronta, que es importante por lo que la perra enseña a sus crías, por el contacto con humanos y por el contacto con otros perros. Sí tuvieron contacto muchas veces con los otros adultos, pero siempre bajo supervisión, así que cuando por motivos de trabajo no podía yo subir, los pequeños estaban seguros en su área delimitada.

Una mañana tomé fotos de ellos bajándolos por pares, en mi pequeño jardín, e hice una suerte de «estudio fotográfico» para promocionarlo: un cartel individual con dos o tres fotos de un solo cachorro con los datos de contacto. Todo ocurrió en el momento adecuado, eso nunca lo olvidaré, porque en cuanto subí las fotos (excepto del cachorrito que estaba apartado para la mamá de mi amigo), en menos de 3 días obtuve respuestas, gracias a la difusión de amigos y conocidos, en particular de Nuestros Hermanos los Animales, quienes fueron pieza clave para que esto ocurriera: me contactaron entonces dos personas de aquí, de Morelos y otra más de Estado de México. Rocío, de Edomex estaba tan encantada con los cachorros que platicamos de inmediato por teléfono y quedó de ir ese mismo fin de semana con su esposo. Wendy, de Morelos, me escribió y quedó de ir con uno de sus niños al día siguiente. Y Javier, también de Morelos, me escribió varias veces a mi correo diciendo que le interesaban sobre todo los dos cachorros color chololate (Flip y Cocoa).

Cocoa y familia

Cocoa y su nueva familia.

Las adopciones de los cachorros

Wendy llegó con David, el mayor de sus hijos, una tarde que llovía un poco. De inmediato quedaron prendados de la única cachorrita, Cocoa, así que David la tomó entre sus brazos con mucha delicadeza y amor. Definitivamente, la querían a ella. Les pedí unos días para entregárselas esterilizada (nota importante: los cachorros pueden esterilizarse a partir de las 8 semanas de vida, es lo que se llama «esterilización pediátrica«, pueden consultar el enlace anterior para saber más sobre esto) y aceptaron.

El fin de semana, sumamente puntuales y después de largas charlas telefónicas, llegaron Rocío y Edgar de Edomex, a conocer a los cachorros. Es una joven pareja de empresarios que tienen su propia línea de chocolatería fina, muy animaleros y que tenían ya dos bassets, operados. Mientras veían a los perritos juguetones, sin decidirse, volví a pensar en que el cachorrito elegido que fuera el adecuado para ellos. Y eligieron bien, porque se llevaron a quien llamarían Boster, que tenía los mismos colores que un basset. Debo

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Boster, Edgar y Rocío, cuando vinieron por él

admitir que lo di sin esterilizar, porque aun no le descendían los testículos y ellos se comprometieron a hacerlo. Y al haber leído más sobre ellos y sus serias intenciones, no dudé que lo harían, porque eran gente buena y decente y sé que lo harían en su momento. No vi caso que viniendo de tan lejos, volvieran a regresar después, así que les di el kit de adopción que ofrecí (costalito de alimento para cachorros, una mantita y un plato) y Boster se fue con su n

ueva familia. Fiona incluso trató de impedirlo, pero era momento de que partiera el primer cachorro. Le desee todo lo mejor para su nueva vida.

El siguiente fin de semana llegó Javier con su papá, su tío y una primita suya. Javier es estudiante de medicina y en cuanto platicamos por teléfono y después cuando conocí a su familia, supe que eran ideales para adoptar. Habían tenido perros toda su vida, era gente sumamente sencilla, agradable y que adoraba dar largas caminatas con sus perros. Charlamos mucho sobre sus excursiones, su colección de figurillas antiguas y sobre la escuela de Javier. Él se decepcionó un poco cuando supo que ya no estaban disponibles ninguno de los cachorros color chocolate, pero observó con atención a todos y finalmente se decidieron por el más grande y bonachón, a quien llamarían Freud. El blanco de su pelo se había convertido en graciosas pecas castañas en todo su cuerpo. Acordé entregarlo castrado poco después y con su kit de adopción.

Freud y familia

Freud y su nueva familia, cuando lo adoptaron

Faltaban solamente dos cachorros, el Negrito y Flip. Seguí haciendo promoción pero no había adoptantes, pues siempre escasean, aun cuando se supone que los cachorros siempre tienen mayor oportunidad de ser adoptados que los adultos. Estaba también con ellos el color chocolate, que después se llamaría Sultán, porque faltaban un par de semanas para que fuera por él la mamá de mi amigo. Por fortuna, mi amigo me llamó esos días y me dijo que su Nana quería uno de los cachorros, Flip, el blanco con manchitas negras. Alberto, mi veterinario los había visto de nuevo y me mencionó que seguramente tenían mucho de pointer los cachorros, pues estaban preciosos. Le pedí que me ayudara a promocionar a Negrito con sus clientes, y recordé de nuevo lo que había pedido en mi interior: que estuvieran con las personas adecuadas.

Finalmente me llamó Josué para darme la mejor noticia. Su mamá había aceptado tener al Negrito, así que él su hermano vivirían juntos por siempre. Esa fue la mejor de las noticias. Poco después, vino la familia de Josué desde Tehuacán y pasaron por los tres cachorritos para iniciar una nueva vida en una tierra tranquila, un lugar fresco y acogedor, ideal para ellos

Las peripecias de lo que viví en esta odisea

Duque con sus nuevos hermanos

Blacky con sus nuevos hermanos (cachorros pastor alemán), en Puebla

Ocurrieron varias cosas durante su estancia en mi casa, he aquí algunas de las más memorables:

  • Una noche estaba acomodando la lona con la que cubría la casita de los cachorros, cuando descubrí a un enorme alacrán cerca. Tuve que matarlo, pero me aterró pensar que pudo haber entrado y matado a por lo menos uno de ellos.
  • Otra noche comenzó a llover. Raúl y yo nos mojamos metiendo primero a los cachorros dentro de casa, pero como se inquietaron mucho, de inmediato hicieron trizas las hojas de una maceta que tengo adentro, junto a la cama de Fiona. Por añadidura, ella ya no los quería cerca (tenían cerca de 8 semanas de edad), así que movimos de lugar la gran caseta, en medio de la lluvia, los secamos y acomodamos de nuevo dentro, cerramos su puerta y colocamos la lona con mucho cuidado para que no se mojaran ellos.
  • Desde que dieron sus primeros pasos, fueron tremendos, como buenos cachorros. Fueron semanas muy complicadas para mí, porque tenía poco tiempo trabajando en la editorial, se me había juntado el trabajo y tenía que alimentarlos tres veces al día y limpiar y lavar por lo menos tres veces diarias. Y al menos una vez, sacar su cama y lavar la funda, porque aun no aprendían a hacer sus necesidades afuera (sin contar las veces que hacían dentro, en la noche), lo que me tuvo sumamente ocupada y cansada, subiendo y bajando escaleras.

    Negrito 2 meses

    Alex con su cachorro favorito, Negrito (de 2 meses en la foto)

  • Un reconocimiento enorme a mi pequeña Alex: como dije en un post titulado «Busco mascota para mi hijo«, los niños son maravillosos para ayudar; ella me ayudaba a limpiar, alimentar, entretener a los cachorritos. Incluso quiso quedarse con el Negrito, pero ya con 5 perros en la familia era más que suficiente. Sé que le costó mucho desprenderse de él, su consentido, el perrito guerrero y sobreviviente, pero lo dejó ir. Igualmente, un gran reconocimiento a mi esposo, Raúl: a pesar de todas la peripecias, dificultades, problemas y gastos, siempre me ha apoyado en estas aventuras animalistas y sin él, esto difícilmente habría sido posible, muchísimas gracias.
  • No hay que prejuiciarse con los adoptantes, porque por eso se dejan ir excelentes oportunidades. Por ejemplo, Javier me envió muchos mensajes breves y apresurados a mi correo, donde quería ver a los cachorros. Otra persona habría desconfiado de ello y lo habría borrado de la lista de prospectos. Por añadidura, era estudiante de Medicina y muchos protectores alzan la ceja ante ello. Le llamé al número que me dejó y me llevé una grata sorpresa: pocas veces he conocido a un chico tan formal, agradable, serio y atento. La prisa era porque tenía muchas ganas de adoptar a uno de los cachorros color chocolate, justamente porque había tenido un perro muy querido que ya había fallecido. Y eso era todo.

    Cachorritos Tehuacán 26 mayo 13

    Sultán, Backy y Duke (en ese orden), al llegar a Tehuacán, Puebla.

  • Siguiendo con los prejuicios, ocurrió también con la actual familia de Cocoa (la única que conserva el nombre que originalmente le dimos). Es una familia con niños menores de 10 años. Muchos protectores, que yo sé que han tenido experiencias desagradables con niños, rechazarían de inmediato a esta familia, tanto por sus niños pequeños como por el hecho de que en su propiedad, en ese entonces había una abertura en la barda del fondo que da a una barranca. Pero igual que con Javier, además de los formularios de adopción, hay que conocer y charlar con las personas. Desde que conocí a David, al niño, me sorprendió su madurez y ternura para con los perritos. Y lo mismo con Grecia, su hermanita de menos de 5 años. La familia entera era cálida, amable y sencilla, no ocultaron nada (lo de la barda, por ejemplo) y cuando la entregamos y conocimos a Chiquis, la nueva compañera de Cocoa, una perrita salchicha adorable, confirmamos que en mejor familia no iba a quedar.
  • Algo más con la familia de Cocoa: al llevarla a su nuevo hogar, como Wendy les había explicado a sus pequeños sobre la situación de Fiona, que yo había decidido adoptarla y que había cuidado de ella y sus crías, David decidió por su cuenta realizar el gesto más generoso y noble que he conocido en un pequeño de su edad. Me entregó sus ahorros a manera de donativo voluntario. Eso es algo que me emocionó en lo más profundo y jamás olvidaré.
  • Con Rocío y Edgar, no niego que llegué a tener mis dudas al entregarles a Boster sin esterilizar. Pero el saber que apoyan la causa animalista, que han participado en el Perrotón de Purina y al ver la primera foto que me enviaron de Boster en su nuevo hogar con sus nuevos compañeros bassets, el mero hecho de ver al fondo una pared con una marca de rasguños, me tranquilizó de inmediato, porque supe que lo querían mucho y estaba en el hogar que le correspondía.

    Boster julio 13

    Boster de 5 meses con Bosh y Bosnia, sus nuevos hermanos. Poco después adoptarían otro cachorro.

  • Algo así con los cachorros poblanos (los tres de la foto; no les tocó kit de adopción como a los otros, pero sí una cama que confeccioné para cada uno, sus collares, platos y cartillas respectivas, estas últimas igual que los demás). No tengo noticias tan frecuentes de ellos, pero cuando mi amigo viaja para su terruño, los visita y están bien, incluso Blacky (no es el Negrito, es el cachorro blanco con negro), llegó con dos cachorros pastor alemán, que se ven en una de las fotos y se convirtió en honorable «perro de pastoreo»; su familia está encantada con él porque nadie pastorea mejor los borregos y es sumamente inteligente. Sus otros dos hermanos quedaron juntos y pasan horas felices corriendo en un largo corredor de la casa de la mamá de mi amigo y son los favoritos de los hermanos gemelos de Josué.
  • Volviendo a los prejuicios: el lugar. Debo decir que no quise tener a los cachorros viviendo dentro de casa por dos razones principales. Una, que tuve tanto trabajo (tanto en la editorial como en las traducciones que hago) que no podía supervisarlos de forma continua y tengo más perros. Y dos, porque pensé mucho en que no estaba segura de si sus nuevas familias los tendrían dentro de casa. Esto es importan
    Freud diciembre 13

    Freud y otra perrita que poco después adoptó la familia de Javier.

    te porque así también se pierden buenas adopciones: se rescata a un perro que por ejemplo ha vivido en la calle en malas condiciones, y el rescatista quiere que el adoptante lo tenga en su cama y coma exclusivamente croquetas de cierta marca (salvo estrictas condiciones que afecten su salud, como una alergia alimentaria, es una exageración). La mayoría de estos cachorritos, si bien pueden entrar a la casa de sus familias,tienen su cama o casa principal, afuera. Y no son por ello menos queridos o atendidos, sino que son las reglas de cada familia y como tales, son respetables.

  • Viene lo más fuerte que me ocurrió durante toda esta odisea, que no he contado y que reservo para el final: una semana y media antes de entregar los tres últimos cachorros, el clima aquí había cambiado y se había hecho caluroso, incluso en las noches. Los cachorritos restantes estaban inquietos, más que de costumbre y jugaban mucho, además de que no era raro que por el calor, no durmieran y prolongaran sus juegos hasta algo tarde. Esto provocó la molestia en algún vecino en especial y un mal día, después de an
    Cocoa 5 meses

    David y Grecia con Chiquis y Cocoa, ya de 5 meses.

    dar con prisas y correr, recibí una visita inesperada. Eran dos personas de acopio animal, que venían a levantar un reporte sobre las condiciones en que tenía a mis perros. Primero llegaron de mal talante, indicando que «olía a perro» (era obvio y más con 3 bassets), que estaban «hacinados» y que si me dedicaba «a criarlos». Hice acopio de paciencia, los invité a pasar, charlamos primero un poco acaloradamente, nos calmamos un poco y después llegó Raúl. La cosa se calmó  más cuando subieron y les enseñé dónde estaban los cachorritos, les expliqué todo y vi su cara de sorpresa al ver que toda la amplia terraza, estaba limpia, los cachorros con agua, bien alimentados y también limpios. Charlamos un poco más y bajaron finalmente la guardia. Me dijeron, entre otras cosas, lo siguiente: 1. No debo tener más perros de los que tengo (5), 2. Comprendieron que en realidad había sido un acto de ayuda, no que estaba criando perros. 3. Tenía dos días para ya no tener a los cachorros. 4. Quedamos en muy buenos términos y casi se disculparon. Ese mismo día llevamos a los cachorros a pensión con Alberto y pocos días después, pasó por ellos la familia de mi amigo. Mi pequeña lloró porque se asustó mucho, pero la tranquilicé y aunque ya no iba a ver a su Negrito, se despidió entonces de él y le deseó muchas cosas buenas, que no dudo se han cumplido.

Fiona en la pensión

Fiona en una pensión con sus demás hermanos adoptivos, una vez que salimos de vacaciones.

Esta es toda la odisea que vivimos durante el inicio de este año. Bueno, en realidad durante todo este año, porque Fiona sigue con nosotros. No sé cuánto tiempo más viva, es muy vivaz, locuaz a más no poder, pareciera que no le importara su problema cardiaco porque vive cada día intensamente y tuvo a cachorritos preciosos que hacen muy felices a sus familias. Tengo mucho que agradecer entonces por este año, porque tuve no uno, sino dos empleos que me permitieron ayudar a esta humilde perrita de Chalco que pudo haber tenido a sus perritos en la calle, donde pudieron ocurrirles mil cosas terribles. Y ahora todos tienen un hogar. Creo, ya a punto de preparar la cena de Año Nuevo, que ha sido un año cansado, con mucho trabajo pero excelente en todos sentidos, donde muchos tenemos mucho que agradecer pero también tenemos mucho que dar por los demás. Todos podemos hacerlo y hacer de este mundo, un lugar mejor. Un abrazo grande y Feliz Año Nuevo.

©Mayra Cabrera, Derechos Reservados

3 comentarios leave one →
  1. Bertha permalink
    2 enero, 2014 13:28

    y que este sea un grandioso año 2014 para ti, Alex y Raúl

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  1. Figo, nuestro perrito negrito | Relatos Caninos

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